Como si fuera una atalaya
Porque la universidad es otra cosa.
Cuando en un interesante proceso universitario, invitamos bajo lluvia, a los pocos que no aceptaron la invitación a la participación en el relevante acto que para la ocasión se convocaba, a que, ya que no estaban presentes para observar lo que allí estaba sucediendo, que miraran por el ojo de la cerradura, para que no tuvieran sorpresa en los resultados finales de lo que se estaba viviendo en ese momento, muchos se preguntaron qué perseguíamos con la aseveración.
Olvidar la historia, mucho más si es reciente, hace que se repitan los hechos y, antes que escribir nuevos acontecimientos, el círculo vicioso que se origina, crea frustraciones.
¿Por qué perder de vista que de Simón, se hizo una historia, el grito con que se iniciaba cada carrera del otrora Perla Antillana (a correr fanáticos) y muchos, van desbocados queriendo lograr la meta cuando el tiempo se hace largo y, hay tantas cosa que hacer, cuando para éllas, en ti y en éllos, se hizo una selección que, paradójicamente, todos buscaban?
Si se corre solo, hay un solo ganador durante un tramo determinado, pero, ¿qué sucederá, cuando se suelten los caballos, cuya costumbre es de correr oportunamente para ganar el espacio correspondiente, como lo indican los hechos históricos? No hay lamentaciones, cuando se grite fuerte:
¡Se soltaron los caballos!
“No temais a la prematuración del que no espera porque desespera, élla es propia de la inmadurez y el temor, pero en su opulento caminar, apertura posibilidades de combates y decisiones oportunas en quienes, estando conscientes de un futuro promisorio, pregonan la realidad de que pronto estaremos en un maravilloso espacio para la mejor convivencia de todos y todas”.
Dr. Pablo Valdez

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