El pájaro canta hasta morir celebrando la vida
Porque la universidad es otra cosa.

Evidentemente que toda posibilidad de vida debe ser valorada y más que lamentar que el fin se acerca, disfrutar hasta el final ese don divino, llamado vida.
Es que el pájaro espino, consciente de que todo es cíclico, recuerda con su canto de antesala de la muerte, “que el hecho de vivir., es un motivo para cantar y sonreír”.
Si no se tiene en cuenta la realidad de la vida de nacer, crecer, desarrollarse y al final, perecer o morir; las dificultades propias de las subsistencias no son asimilables, ellas, impiden la percepción de que “el joven se puede morir, pero el viejo, no puede vivir”.
El concepto de la última referencia, cuando no es asimilable, se pulula y pulula, sin dar espacio generacional, y se pierde de vista la obstrucción al crecimiento al que todos debemos jugar.
Cantemos, no solo el nacimiento, el crecimiento y el desarrollo, también, hagámoslo como el pájaro pino, porque la realidad a asumir, es del clímax que nada ni nadie lo impide, pero si podemos, conscientes de nuestras realidades, en nuestra agonía simplemente, cantemos y cantemos, hasta que no nos quede ningún hálito de vida, pero dejemos las huellas de la dignidad, para las nuevas generaciones.
“Lograr que las generaciones futuras sean más felices que la nuestra, será el premio más grande a que pueda aspirarse. No habrá valor comparable al cumplimiento de esa gran misión, que consiste en preparar para la humanidad futura un mundo mejor”.
• Carlos B. Gonzalez Pecotche
Dr. Pablo Valdez
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