Los salvadores sin historia
El pasado marzo, el pontífice, Papa Francisco, explotó con una afirmación que hoy, se repite en el mundo entero: “yo le tengo temor a los salvadores sin historias”.
El Papa, se ha caracterizado por decir las cosas como las
siente, sin temor ni pavor, tan sencillo como se muestra, pero con
contundencia.
El temor es justificado, una historia desconocida, es temeraria y un caminar por la vida, con ejercicio sin luces, es de mayor temeridad.
Un mandatario de la izquierda, ya desaparecido, que jugó un papel de primera en la defensa de lo que él creía por su pueblo, ante un posible acontecimiento bélico, recomendó no confiar en la actuación del desconocido porque, per se, representa una contingencia o variable incontrolable.
Del que no tiene historia, haya o no tenido oportunidad para la demostración, siempre conlleva el temor de la ruta equivocada, porque equivocadas han sido sus luces.
En la expresión de la ocasión, la máxima autoridad eclesiástica del mundo, acercó inteligentemente, el desconocimiento del posible comportamiento en ejercicio y el concepto que generalmente tiene el proceder disímil con relación a la justicia social.
Las afirmaciones de Francisco, no es pura coincidencia. El que no se da, no se conoce y el que pasa por la vida sin saber que pasó, no aportó y el que no se conoce porque no se da y no aportó en su oportunidad, no es equitativo socialmente. Es decir, que no le importa la justicia social.
Dice el pregón, que todo obra para bien. Y ciertamente que como, por sus frutos lo conoceréis, si se ha tenido la oportunidad de parir buenos frutos y no ha ocurrido, ¿por qué arriesgarse y no seguir como consejo, la afirmación del Pontífice, si conocemos quienes, aunque con prácticas, no crean historias?
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