Trujillo: La ignominia personificada

 

Porque la universidad es otra cosa.

Cuando se define el concepto de la palabra que le corresponde al sátrapa que pisoteó durante más de treinta años la dignidad de los dominicanos de frentes anchas y de profundidad valorativa, se establece claramente la ofensa pública al honor que protagonizó ese personaje de la etapa antihistórica del proceder público y privado.

Al saludar la resolución 75-2023 de la Junta Central Electoral y sin ninguna cita constitucional ni desmedro democrático, nos limitamos a afirmar que “cuando la hormiga se quiere perder alas les quieren nacer”.

Cualquier parentesco de la comparabilidad con algunos dominicanos de “memoria caduca”, es pura coincidencia.

Es mucho más conveniente que la filosofía del poder del predecesor, continúe en el disfrute de su pasado opulento, mientras mantenemos la memoria viva en la prédica de la dominicanidad y la dignidad de Duarte, Sanchez, Mella y Luperón.

“Dios manda en el cielo y Trujillo en República Dominicana”.

               •             Rafael Leónidas Trujillo

Su proceder público retratado de simulación intermitente que descubría cuando sentía sobre si, la realidad que ni el poder más omnipresente del mundo puede encubrir y/o disimular, el rechazo a la imposición y al maltrato dictatorial propios de su personalidad.

El endiosamiento de parte de sus correligionarios o, aún más, de parte de sus testaferros se mostraba en él como un omnipotente, hasta en sus ademanes corporales y, con expresiones despectivas, autorizaba hasta los más horrendos de los crímenes imaginables, humillando permanentemente, con las palabras y los hechos.

"El día que yo muera hasta mis enemigos me prenderán velas”.

               •             Rafael Leónidas Trujillo

La exacerbación que caracterizó a Trujillo contra todo aquel, que no coligiera con su accionar y manera de pensar, la extrapoló más allá de los mares, de lo que cuenta su acción contra Jesús de Galíndez Suárez y Rómulo Betancourt.

A pesar de los enfrentamientos lógicos con los gobernantes democráticos de las Américas como fueron Rómulo Betancourt (Venezuela), José Figures (Costa Rica), Juan José Arévalo (Guatemala), Ramón Grau San Martín (Cuba) y Elie Lescot (Haití ), Trujillo no paró sus crímenes y egocentrismo que lo caracterizó, continuando su escalada criminal y de opulencia político-económica, hasta el último momento en que fue ultimado por el proceder glorioso de un grupo de hombres reconocidos por la historia y por cada Dominicana/o.

“Los pueblos que olvidan su historia están condenados a repetirla”.

               •             Marcos Tulio Cicerón


Dr. Pablo Valdez

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